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Investigadora impulsa el uso de subproductos agrícolas para una ganadería más sostenible
Publicado en fecha 30-09-2025

La producción de alimentos enfrenta hoy un gran desafío; cómo alimentar a una población mundial en crecimiento sin dañar el medioambiente. En ese contexto la Dra. Griselda Meza, investigadora categorizada en el Sistema Nacional de Investigadores (SISNI) y beneficiaria del Programa de Inserción de Capital Humano Avanzado en la Academia del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), impulsa la valoración de subproductos agrícolas como un recurso para el futuro de la producción sostenible en Paraguay y en toda la región.
Se entiende por coproductos agrícolas a los subproductos que quedan después de procesar ciertos cultivos. Un ejemplo claro es el de la soja que, al extraer su aceite, queda la harina, que resulta fundamental en la alimentación de aves y cerdos. Lo mismo ocurre con la pulpa de cítricos y remolacha; el salvado de arroz o trigo o los residuos de la mandioca. Estos materiales, que antes podían considerarse desechos, actualmente se convierten en recursos valiosos para la ganadería. Su aprovechamiento es un ejemplo práctico de economía circular, ya que permite reutilizar residuos, reducir la contaminación y generar productos útiles para otro sector. Además, ofrecen ventajas económicas, pues disminuyen de manera significativa los costos de producción, considerando que la alimentación representa hasta el 70 % de los gastos en la ganadería.
Los países del Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Bolivia) son grandes productores de granos y carnes, y por lo tanto generan enormes cantidades de coproductos. Esa característica abre la puerta a un modelo productivo más sostenible que puede servir de ejemplo a nivel global.
En Brasil, líder en la producción de soja, caña de azúcar y café, los coproductos como la la pulpa de cítricos se incorporan habitualmente en la dieta de los bovinos. En Argentina, reconocida por su producción de cereales y oleaginosas, los coproductos como la harina de girasol ya forma parte de los sistemas de alimentación animal. En Uruguay, donde la carne se destaca a nivel internacional por su calidad y trazabilidad, se aprovechan derivados de la cebada, el trigo y la soja para complementar la dieta del ganado. En el caso de Paraguay, que se logró posicionarse entre los principales exportadores de soja y carne bovina, la harina de soja constituye un insumo estratégico para aves y cerdos, mientras que emergen nuevas oportunidades de valorización de coproductos como el salvado de arroz y la mandioca, lo que abre un camino de diversificación y sostenibilidad.
El uso de coproductos representa una alternativa más económica y contribuye a la lucha contra el cambio climático. Al transformarlos en insumos útiles, se evita que terminen generando contaminación y se reduce la presión sobre cultivos como el maíz y la soja, que en muchos casos compiten con el consumo humano. De esta forma, se logra producir más alimentos sin aumentar la huella ambiental.
El gran desafío ahora es potenciar la investigación científica y la cooperación regional para que el uso de coproductos agrícolas se expanda de manera sostenida en toda la región. Para ello se requieren políticas públicas que promuevan su adopción, incentivos adecuados para los productores y la difusión de experiencias exitosas en cada país. El Mercosur cuenta con todos los elementos necesarios para convertirse en un líder mundial en bioeconomía: abundancia de materias primas, tradición agrícola y ganadera y un enorme potencial para aplicar modelos de economía circular a gran escala.
Los autores del artículo científico titulado “Bioeconomía circular en la producción ganadera: aprovechamiento de subproductos agrícolas en el MERCOSUR/MERCOSUL” son Griselda Meza Ocampos, Adibe Luiz Abdalla, Arnoldo González Reyna y Tim A. McAllister.
Para los interesados en más información sobre el artículo pueden acceder al siguiente link: http://bit.ly/4nuY8xC