El FMI opina que la política fiscal debe tomar un nuevo papel

Publicado en fecha 09-03-2016
La recuperación de la economía global se encuentra en una “coyuntura delicada”, en la que han aumentado los riesgos de “descarrilamiento económico”, ante los que reclama medidas que impulsen la actividad, para dar prioridad a la política fiscal monetaria, que incluye inversiones en infraestructura así como mejoras salariales y reducciones de impuestos en los países con superávit.

“La política fiscal tiene que adoptar un papel prominente en el mix de políticas”, explicó David Lipton, primer subdirector gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), en un discurso pronunciado en Washington, donde reclamó un cambio en la composición de los presupuestos para acomodar políticas favorables al crecimiento y que los países con margen utilicen su espacio fiscal para invertir en infraestructuras.

El representante del FMI destacó que la necesidad de mejorar la resiliencia de las economías emergentes en muchos casos exigirá ajustes, por lo que “la carga de elevar el crecimiento recae más sobre las economías avanzadas”.

Lipton defendió los beneficios derivados de la inversión en infraestructuras, no sólo por su propia necesidad, sino por el contagio positivo para el resto de la economía.

Asimismo, comentó que “subir salarios y recortar impuestos para promover el gasto puede ser efectivo, particularmente en los países con superávit”, aunque advirtió de la importancia de que estén cuidadosamente diseñados y “dirigidos hacia aquellos que más probablemente gastarán los ingresos”.

De igual manera, Lipton reclama la necesidad de reforzar la oferta con el fin de elevar el potencial de la economía mediante reformas estructurales que permitan rebajar las barreras de entrada en los mercados de productos y servicios.

Devaluaciones competitivas
Por otro lado, el subdirector del FMI refirió la importancia de evitar “políticas económicas de suma negativa o de suma cero”, al señalar aquellas con potencial para restringir los flujos comerciales y de capitales, que provocarán un empeoramiento generalizado.

“Esto no significa abandonar las políticas monetarias acomodaticias donde la inflación es demasiado baja”, comentó Lipton, al advertir que la retirada prematura del soporte monetario no sólo dañaría la credibilidad de las políticas, sino que supondría un riesgo de precipitar el resultado que se quiere evitar, reduciendo la demanda agregada y aumentando la debilidad de la economía global, con el peligro de desembocar en deflación.

“Sin embargo, con tasas negativas en algunos países, el margen de la política monetaria para impulsar más la demanda doméstica es limitado”, concluyó.