La Cappro afirma que la reforma tributaria castiga a la industria aceitera

Publicado en fecha 24-06-2019
“No se debe confundir la verdad con la opinión de la mayoría”, escribió el célebre intelectual francés, Jean Cocteau; una frase que debería hacer repensar al Poder Ejecutivo y a los Senadores que aprobaron el proyecto de reforma tributaria presentado por el Ejecutivo.

Esta reforma significaría, de no ser corregida por Diputados, un grave retroceso en la política industrial del Paraguay que pone en riesgo concreto la estabilidad laboral de compatriotas y aleja con su miopía las posibilidades de nuevas inversiones.

Paraguay, un país inestable e imprevisible para las inversiones

Es un contrasentido que dentro de los planes de Gobierno se inviertan importantes sumas de los contribuyentes para salir al exterior y promocionar al Paraguay como un país atractivo para atraer más inversiones, cuando por otro lado, con hechos concretos, cambia permanentemente las condiciones que fueron consideradas y motivaron a los inversionistas a instalar sus agroindustrias en Paraguay y no en otro país.

La industria de molienda de oleaginosas, es la principal industria en cuanto a Inversión Extranjera Directa (IED) del país, con más de US$ 800 millones de dólares de saldo de IED, según datos del Banco Central del Paraguay, la segunda mayor actividad industrial ronda solamente los US$ 330 millones; sin embargo, curiosamente para las industrias de molienda, lo único constante en estos últimos 5 años, después de haberse realizado las inversiones en el 2012, fue el cambio en las reglas de juego, ya que en ese periodo  han cambiado 3 veces las normas tributarias aplicadas a las mismas en detrimento de la competitividad, y este proyecto de reforma sería el cuarto intento.

La propuesta de reforma tributaria presentada por el Ministerio de Hacienda pone en evidencia la falta de una política tributaria a largo plazo, dónde los impuestos deberían ser instrumentos para alcanzar un objetivo superior, que no sea meramente el de recaudar para alivianar las necesidades de caja, sino el desarrollo económico del país a través de condiciones favorables a actividades como las industriales, que apunten a lograr ese desarrollo. No es una decisión antojadiza pretender negar ahora la devolución del IVA solamente a la exportación de soja, a la harina de soja y al aceite crudo o desmogado, se debe justamente a que son los 3 productos de mayor exportación del Paraguay, con lo cual el Gobierno se asegura una mayor recaudación y se apropia del IVA crédito que legítimamente corresponde que se recupere al exportar, con el único objetivo de saciar una necesidad específica: recaudar más y rápidamente.

Con esta inestabilidad en las normas tributarias, Paraguay se vuelve poco confiable e imprevisible para las grandes inversiones, en realidad para las inversiones de cualquier envergadura, y en el caso de las agroindustrias, esta reforma en particular, pone en riesgo la continuidad de las operaciones de las plantas industriales, los empleos de miles de compatriotas

En este sentido, no resulta llamativo que, pese a crecer un promedio del 4% en los últimos años, el ambiente de negocios en Paraguay siga siendo cuestionado, tal como lo refleja el ránking Doing Business que ubica al país en el puesto 113 entre 190.

Este tipo de situaciones también explican que el país no haya alcanzado aún el grado de inversión, ya que no es confiable un país que invita a invertir y una vez instaladas las industrias les cambia las condiciones.

El proyecto discrimina a la industria aceitera
La reforma incurre en un error gravísimo: convertir a la industria aceitera en la única que debe exportar impuestos, ya que será la única que no recibirá la devolución del IVA.

No hay justificativo técnico ni sentido común que explique está situación ya que el procesamiento de oleaginosas para convertirlos en alimentos con valor agregado es una actividad tan industrial como cualquier otra. 

No existe equidad tributaria ni tampoco se respeta el principio de igualdad consagrado en la Constitución Nacional en el proyecto de reforma tributaria que ahora cuenta con media sanción, sino todo lo contrario, además de desalentar las inversiones industriales en Paraguay, generando más perjuicios que beneficios para el país

Con esta reforma tributaria se agravan la situación de la industria paraguaya y la coloca en zona de riesgo, ojalá los Diputados al momento corrijan lo que hasta ahora se hizo mal.

La Constitución Nacional debería ser el marco jurídico supremo
La devolución del 100% del IVA para las agroindustrias exportadoras de productos industrializados como harina y aceite está incluida en la Ley N° 5061/13.  Sin embargo, el Decreto N° 1029/13 resultó violatorio de dicha ley al limitar la devolución del IVA para las agroindustrias al 50%.

El fallo de la Corte Suprema del 28 de diciembre de 2017 hizo lugar a la acción de inconstitucionalidad del Decreto y declaró inaplicables los artículos que limitaban al 50% la devolución del IVA para las empresas que exportan productos transformados a partir de la soja en harina y aceite. Sin embargo, en junio de 2018, el Gobierno emitió un nuevo Decreto, el N° 9100/18, contrario a la sentencia de la Corte Suprema, en una clara muestra de desprecio hacia la Constitución Nacional y la Justicia.

Frente a este último decreto se volvió a presentar otra acción de inconstitucionalidad y la Corte Suprema de Justicia otorgó una medida cautelar que suspende su aplicación mientras dictamina sobre su inconstitucionalidad; en paralelo, el Ministerio de Hacienda presentó la propuesta de reforma tributaria con vicios aún mayores, ya que directamente reduce a 0 la devolución del IVA.

¿Esa es la seguridad jurídica que el Gobierno vende a los inversionistas al promocionar Paraguay? ¡Es hora de sincerarse o comenzar a cumplir lo que se promociona!

Aclarar para no confundir
Las industrias agrupadas en CAPPRO consideramos que comparar la recaudación de IRACIS con la devolución del IVA es una falacia.

El IRACIS y el IVA son impuestos distintos, mientras que el primero grava la renta, el segundo grava el consumo, las autoridades tributarias insisten en mezclar y confundir estos impuestos para confundir a la opinión pública, con un objetivo claro: generar animadversión hacia una de las industrias que más divisas y trabajo genera a través de la industrialización y exportación, y lograr menos oposición cuando aprueba normas contrarias al ordenamiento jurídico y a la Constitución Nacional.   

Reglas de juegos claras y perdurables en el tiempo son condiciones indispensables para la inversión y el desarrollo.

La industria aceitera comenzó su proceso de expansión en 2012 y se frenó abruptamente en 2013 y hasta hoy, las inversiones continúan en stand by. Las razones son las mismas por las que los inversores locales y extranjeros no apuestan en grande por el Paraguay: la inseguridad jurídica, los cambios de reglas constantes y la falta de una política industrial clara.

Las industrias pasamos de comprar la materia prima sin pagar IVA a un régimen de materias primas gravadas al 5% pero con devolución del IVA del 100% para ir luego a un régimen inconstitucional del 50% y ahora lo intentan llevar a cero.

Es un error considerar que un descuento en el Impuesto a los Dividendos y Utilidades motivará la inversión en este sector, cuando se limita de tal manera la posibilidad de obtener directamente rentas imponiendo mayores costos, cambiando una vez más las reglas para el sector y ahondando la inseguridad jurídica para estas inversiones.

En declaraciones a la prensa, desde el viceministerio de tributación se afirmó que la devolución del IVA será únicamente para exportaciones destinadas al consumo humano, sin embargo, el proyecto de reforma tributaria carece de coherencia con estas declaraciones. Si a las industrias procesadoras de oleaginosas y cereales se las castiga por exportar productos destinados a otras industrias y no al consumo humano directo, ¿por qué el proyecto no incluye un tratamiento similar para otras industrias que no exportan precisamente “productos industriales aptos para el consumo humano”?

Nuestros números hablan por sí solos
Es cierto que las industrias procesadoras de oleaginosas exportan un gran porcentaje de su producción, pero los beneficios quedan en nuestro país. Sumando las inversiones directas e indirectas llevamos invertidos más de usd 1.000 millones; generamos más 8.800 empleos directos e indirectos y somos uno de los aportantes más fuertes al IPS, con cerca de US$ 4 millones.

En pleno siglo 21, con una demanda creciente de productos alimenticios a nivel global, es ilógico adoptar políticas que castiguen a las industrias procesadoras en lugar de fomentarlas.

Promesa de promover la agroindustria
A pocos días de asumir, durante su recorrida por la planta industrial de una de nuestras asociadas, el Presidente de la nación, acompañado por la Ministra de Industria, se comprometieron a reconocer el valor de la industria aceitera, apoyarlas y considerar su legítimo derecho sobre la devolución del IVA.

La reforma tributaria es la oportunidad para hacer posible la promesa. Incumplirla pone en riesgo fuentes genuinas de trabajo y afecta la confianza y credibilidad que necesita la inversión productiva y el desarrollo del país.

El tren de la historia no pasa dos veces
Nos subimos a la locomotora del desarrollo, promoviendo la industrialización en un mundo que demanda alimentos de calidad o nos auto condenamos a ser proveedores de materia prima, entregando nuestros recursos para que terceros países se queden con los beneficios económicos que este sector puede generar y que el Ejecutivo y ahora Senadores rechazan con este proyecto de reforma.

Seguimos confiando en que prevalecerá el sentido común y la visión en favor del interés nacional, reiterando nuestra disposición a seguir dialogando para lograr que ni el país ni la industria aceitera pierdan con una reforma insensata.