Saltaron de la teoría a la práctica y hoy tienen una granja modelo

Publicado en fecha 28-02-2017
Por Celia Mendoza
cecamen@gmail.com
De orientadores técnicos a productores. Ese es el salto que dieron dos consultores especializados en agronegocios para dar inicio al sueño de la granja propia. Ellos son Raquel Cáceres y Saúl Benítez, quienes hallaron la manera de producir de manera escalonada y con calidad superior en una propiedad de una hectárea. La inversión fue de USD 500.000.

Cuatro variedades de lechugas, rúcula, berro, albahaca, diversas variedades de tomate, locote rojo, amarillo y verde, mamón y mburucuyá conforman la oferta de la Bio Granja. El establecimiento es una huerta modelo que brinda una producción escalonada y de altísima calidad gracias al sistema de hidroponía y de riego permanente que utiliza.

Está instalada en la ciudad de Minga Guazú, pero abastece a unos 10 supermercados locales, de Ciudad del Este, Santa Rita y sus alrededores. Una inversión de 500.000 dólares puso a andar este proyecto, pero antes Raquel y Saúl realizaron un exhaustivo estudio de mercado para conocer las necesidades del consumidor y para hacer frente a uno de los principales inconvenientes con que tropezaban. 
“No disponíamos de una gran superficie para hacer cultivos extensivos. Entonces teníamos que resolver qué podíamos hacer con una pequeña porción de tierra; comenzamos a ver las condiciones del lugar donde estábamos y muchas otras cosas. Pero producir fue el gran desafío”, afirma la especialista, que se desempeña como asesora técnica, además de ser una de las propietarias de Bio Granja.

Cáceres y Saúl Benítez -que es el director de la empresa hortícola- también están al frente de Coprode, una consultora agroempresarial que brinda asesoramiento técnico y teórico a productores, coorperativas, empresas públicas y privadas. Esa iniciativa, que ya lleva una década brindando asistencia en el rubro de los agronegocios es la cuna que vio nacer y crecer el sueño de la pareja, hasta concretarse. En la actualidad, la granja da trabajo directo a 12 personas.

Animarse y producir
“Decíamos: Siempre estamos dando orientaciones técnicas a los productores y por qué no hacerlo nosotros mismos… Siempre quisimos producir algo”, recuerda Cáceres, mientras una tímida sonrisa de satisfacción se dibuja en su rostro. Inmediatamente revela que el camino hacia la concreción de ese sueño no fue fácil, ni lo es ahora que la granja lleva un año produciendo y comercializando.

El contrabando, la informalidad, la falta de concienciación de la población que prefiere pagar menos a adquirir productos de calidad, además de algunos problemas técnicos, son algunos inconvenientes con los que fueron tropezando en este primer año de producción hortícola. Pero, como los emprendedores casi siempre ven el vaso medio lleno, Raquel y Saúl no se rinden y siguen cosechando experiencia, cuando el negocio no da frutos; aunque la entrevistada asegura que este sistema de producción es bastante rentable, pese a que requiere de una mayor inversión inicial frente al cultivo convencional.

El producto estrella de la Bio Granja es la lechuga en sus distintas variedades, con una capacidad de producción de 40.000 plantas por mes, que se comercializan a un costo promedio de G. 1.500 a G. 2.000 por unidad. Le sigue el tomate y luego se apuntan los demás productos, con una gran aceptación en el mercado. 

Bondades vs. desventajas
“Uno de los problemas es el costo de colocación en los supermercados, pero no precisamente porque los supermercados pagan poco, sino porque tenemos una incidencia negativa muy alta por causa del contrabando. Estas mercaderías -que dicho sea de paso son de descarte, porque en vez de tirar nos envían acá- se venden muy baratas, generando una competencia desleal”, se queja la emprendedora.
“Estamos en un mercado absolutamente fluctuante, tomando en consideración que son productos perecederos. No podemos decir: el precio no está bien, voy a guardar mi producción. Los vegetales cumplen su ciclo y se descartan. No vendemos la lechuga amarga”, sostiene, intentando explicar de qué manera el contrabando y la informalidad frenan la producción nacional.

Raquel Cáceres aboga por que la ciudadanía exija calidad. “Tratamos de producir prácticamente en forma orgánica, aunque no podemos hacerlo en un 100% porque a veces hay que combatir enfermedades o plagas”, admite, aclarando que los productos utilizados en estos casos son lo estrictamente necesarios y de muy baja toxicidad.

En realidad, este sistema nos permite cosechar todo el año con un estándar de calidad continuo, es altamente higiénico, no utiliza estiércol y permite medir la trazabilidad, o sea realizar un registro y control absoluto de todos los procesos que intervienen en la producción.

El desfasaje que en ciertas temporadas existe entre la oferta y la demanda también es una de las dificultades con las que se enfrenta la Bio Granja. Ante este mal, no existe una solución rentable, pues los productos se destinan como alimentos para animales o simplemente se descartan, se resigna la especialista, pero acota que la calidad prima ante todo.

“Cuando iniciamos este proyecto había una cosa que estaba muy clara: Emprender con calidad y tratar de ser referentes a nivel país, porque eso es lo que vendemos como consultores; pretendemos que nuestros clientes sean los mejores. Por lo tanto, nosotros no podemos ser menos. Ese es el desafío y realmente no es fácil”, asiente Raquel, al recordar ese salto trascendental que dio junto con su esposo.
Para contactar con la Bio Granja se puede ingresar a la fanpage de Facebook Bio Granja Hortalizas.