Según datos de la Dirección Nacional de Emprendedurismo, el espíritu emprendedor de los universitarios alcanza 5.09 en una escala de 1 a 7, por encima del promedio internacional. El 51% proyecta fundar una empresa en los próximos cinco años y el 26% ya emprende activamente.

Además, uno de cada cuatro universitarios ya se encuentra emprendiendo, cifra que duplica el promedio internacional. Estos indicadores hablan de una sociedad con una fuerte pulsión creativa y deseo de autonomía productiva, donde emprender no es solo una alternativa laboral, sino una expectativa de desarrollo personal y comunitario.

El ministro de Industria y Comercio, Javier Giménez, en el marco de la Semana Global del Emprendedurismo y Día del Emprendedor Paraguayo indicó que “emprender es, ante todo, creer que uno puede transformar la realidad”. Y recalcó que esa convicción, en Paraguay, no es discurso; es comportamiento colectivo.

El mapa territorial también ofrece señales relevantes; Asunción, Central, Alto Paraná, Itapúa y Caaguazú concentran la mayor cantidad de emprendimientos, pero los programas de apoyo y formalización buscan extenderse a más regiones, promoviendo el desarrollo económico descentralizado.

En Paraguay, aún existen desafíos para la formalización; por ello, desde el Viceministerio de Mipymes se llevan adelante programas para una mayor formalización del sector, con el objetivo de que los emprendedores paraguayos puedan acceder a una mejor línea de financiamiento, beneficios y ayudas para su correcto crecimiento.

Además, se realizan trabajos de digitalización, formación en gestión, incubación con universidades y capital semilla, buscando acompañar tanto a quienes emprenden por oportunidad como a quienes lo hacen por necesidad. El enfoque apunta a que el talento creador se complementa con herramientas técnicas y financieras que sostengan el crecimiento.

Este 11 de noviembre, Día Nacional del Emprendedor, encuentra a Paraguay con una fuerza emprendedora viva, reconocible y estadísticamente superior a la media mundial. El desafío ya no está en generar intención, sino en lograr que esa energía se traduzca en empresas formales, sostenibles, competitivas y tecnológicamente integradas.