España sustituye el petróleo venezolano por el iraní

Publicado en fecha 13-09-2016
La crisis económica que atraviesa Venezuela está erosionando su papel como una de las grandes potencias petroleras a nivel mundial. A pesar de contar con las mayores reservas probadas de hidrocarburos de todo el mundo, el Gobierno de Nicolás Maduro es incapaz de contener la caída de la producción local y el país acumula ya nueve años de descensos consecutivos en la extracción de petróleo, según el último BPStatistical Review.

Esta situación se ha agravado en los últimos meses por las dificultades de Venezuela para convivir con un barril de petróleo a 48 dólares, tal y como acreditan las estadísticas que publica el cártel de productores Opep y otras agencias internacionales.

En este escenario, el país bolivariano está perdiendo en su cartera de clientes a países que son grandes consumidores de hidrocarburos externos por la falta de recursos propios. Un ejemplo es España, que en los siete primeros meses del año ha reducido la compra de crudo a Venezuela en un 63,1%, hasta situarla en 697.000 toneladas. Esta cifra equivale a un raquítico 1,8% del total del crudo importado para un país que, hace sólo 10 años, era capaz de colocar en España más de cuatro millones de toneladas y ser uno de los principales proveedores con una cuota próxima al 8%.

Pérdida de competitividad
Fuentes del sector petrolero vinculan la brusca caída a la pérdida de competitividad de Venezuela en un mercado global y cada vez más agresivo por el auge de nuevas técnicas como el fracking, que se traduce en una reducción de los contratos firmados entre las petroleras y el país para buscar otras vías de aprovisionamiento. En este sentido, la vuelta de Irán al mercado tras el levantamiento del veto comercial impuesto por Occidente ha supuesto un duro golpe para el conjunto de países que venden crudo a España.

El país de los ayatolás ha puesto sus pozos a bombear con fuerza para recuperar la cuota de mercado perdida durante el embargo. En el caso español, petroleras como Repsol o Cepsa se han apresurado a firmar contratos con el país persa para traer a sus refinerías un crudo de alta calidad y muy accesible por la proximidad de este mercado. Sólo entre los meses de enero y julio han llegado a España 1,1 millones de toneladas de crudo iraní, casi el doble que Venezuela. El país ha elevado su cuota al 3%, si bien se mantiene todavía lejos de otros grandes productores como México, Rusia o Arabia Saudí.

La pérdida de influencia de Venezuela en el mercado internacional de crudo es también el reflejo del deterioro que sufre su economía, con un PIB en caída libre y una inflación que alcanzará el 700% al final de año, según las previsiones del Fondo Monetario Internacional (FMI). Las propuestas del país latinoamericano para reducir de forma coordinada con sus socios de la Opep la producción de hidrocarburos han caído en saco roto, mientras algunas de las multinacionales que operan en el país han comenzado a hacer las maletas empujadas por el impacto de la crisis en su cuenta de resultados.