La inflación, que en junio había sido de 0.35%, acumula 4.96% en el 2016, alejándose levemente respecto a junio del centro de la meta anual de 4.5% (más o menos 2 puntos), según cifras divulgadas por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE, estatal).

Tal como en junio, el aumento de los precios en julio fue impulsado por el costo del sector de alimentos y bebidas, que dio un salto de 1.32% en su mayor expansión para ese mes desde el 2000, dijo el IBGE.

Analistas y operadores de mercado consultados por el Banco Central en la más reciente encuesta Focus esperan que este año cierre con una inflación de 7.2%, por encima del techo de la meta oficial de 6.5 por ciento.

La entidad rectora del sistema financiero brasileño es más optimista y espera una tasa de 6.9 por ciento.

Brasil terminó el año pasado con una inflación de 10.67%, la mayor en 13 años, que se conjugó con la peor caída del PIB en 25 años.

El alza de los precios coincide con una honda recesión económica iniciada en el segundo trimestre del 2015, año que terminó con una contracción de 3.8% y que se está arrastrando con fuerza en el 2016.

Pese a un enorme déficit fiscal, una caída de la recaudación impositiva y una tendencia creciente en el desempleo, el gobierno brasileño prevé que la economía volverá a crecer en el 2017 un modesto 1.2 por ciento.

Según Focus, la economía brasileña se contraerá 3.23% en el 2016 y el país tendrá su primer bienio recesivo desde la década del 30.

Como telón de fondo a la recesión económica, Brasil enfrenta una crisis política que dejó al gobierno de la presidenta Dilma Rousseff pendiendo de un hilo después que la madrugada de este miércoles los senadores aprobaron someterla a un juicio de destitución.

Rousseff está suspendida desde mayo y ahora está a una sola votación de que su mandato termine abruptamente, acusada de haber violado la Constitución al autorizar gastos sin la aprobación del Congreso.