El trabajo de mañana en la era digital

Publicado en fecha 02-01-2020
Por Norman Velázquez

Para entender la naturaleza de este desafío tecnológico, quizá sea mejor empezar por el mercado laboral. Por lo general, se esta de acuerdo en que el aprendizaje automático cambiará casi todos los tipos de trabajos.

En el pasado, las máquinas competían con las personas, principalmente en las capacidades físicas en bruto, mientras que estos tenían una enorme ventaja sobre las máquinas en cuanto a la cognición. Cuando los trabajos manuales de agricultura y ganadería se automatizaron, aparecieron nuevos empleos de servicios que requerían capacidades cognitivas que solo las personas poseían: aprender, analizar, comunicar. Sin embargo, la Inteligencia Artificial (IA) a comenzado a superar a las personas en estas capacidades.

En particular, la IA puede ser mejor en tareas que requieren intuiciones a cerca de otras personas, como competir en el cálculo de probabilidades y el reconocimiento de patrones. Muchos tipos de trabajo, como conducir un vehículo en la calle atestada de peatones, contratar un personal nuevo o negociar un acuerdo comercial, exigen la capacidad de evaluar correctamente las emociones y los deseos de otras personas. Pero si tales emociones y deseos son en realidad poca cosa más que algoritmos bioquímicos, no hay razón alguna para que los ordenadores no puedan descifrar dichos algoritmos y hacerlo mucho mejor.

Una IA equipada con los sensores adecuados podría hacer todo eso de manera mucho más precisa y fiable. De ahí que la amenaza de pérdida de puestos de trabajo no es solamente el resultado del auge de la infotecnología. Es el resultado de la confluencia de la infotecnología con la biotecnología. La IA posee capacidades exclusivas lo que hace que la diferencia entre una IA y una persona trabajadora sea también de tipo, no simplemente de grado, dos capacidades que no poseen las personas importantes de la IA son la conectividad y la capacidad de actualización. Puesto que somos individuos es difícil conectarnos entre nosotros para garantizar que todos nos mantengamos actualizados. En cambio, los ordenadores no son individuos y resulta fácil integrarlos en una única  red flexible. de ahí que nos enfrentamos, no a la sustitución de millones de personas por ordenadores, más bien es probable que los individuos sean sustituidos por una red integrada.

La IA podrá colaborar en la creación de empleos de otra manera. En lugar de que las personas compitan con la IA, podrán centrarse en su mantenimiento y en su uso. Por ejemplo, la sustitución de pilotos por drones ha acabado con algunos empleos, pero ha creado muchos puestos, de mantenimiento, control remoto, análisis de datos y ciberseguridad. Un Dron militar no tripulado necesita 30 personas para operar, mientras que analizar la cantidad de información resultante ocupa al menos ochenta personas más. Si es así, podría ocurrir que el mercado laboral estuviera caracterizado por la Cooperación Humano-IA en lugar de competición entre una y otra.

En consecuencia, crear nuevos empleos y volver a formar a personas para que los ocupen no será el único esfuerzo. La revolución de IA no será el único punto de inflexión crucial después el cual el mercado laboral alcanzara un nuevo equilibrio. Más bien será una cascada de descripciones cada vez mayores. Hoy ya son muy pocos los empleados que esperan ocupar el mismo empleo toda la vida.

El cambio es siempre estresante y en un mundo frenético a medida que aumente la volatilidad del mercado laboral y de las carreras individuales, ¿será capaz la gente de sobrellevarlo? incluso si fuéramos capaces de inventar constantemente empleos nuevos y de volver  a formar la fuerza laboral.

Probablemente necesitaremos técnicas de reducción del estrés más efectiva, para impedir que la mente de las personas se quiebre. Hacia el 2050 podría surgir una nueva clase de personas irrelevantes debido no simplemente a una falta absoluta de trabajo o una falta de educación pertinente, sino también a una resistencia mental insuficiente.