Falta de reformas en América Latina produce parálisis económica

Publicado en fecha 19-07-2017
Las noticias positivas del terreno económico no han dejado de llegar desde mediados del 2016, y gracias a ellas las perspectivas mundiales se están despejando. La aceleración que esperábamos desde hace un tiempo parece estar tomando forma. Sin embargo, el cambio podría ser insuficiente debido a la falta de reformas estructurales en América Latina, privando a la región de mayores niveles de crecimiento económico, justicia social y democracia.

Según cifras del Fondo Monetario Internacional (FMI), América Latina crecerá este año por primera vez desde el 2014. Pese a que se espera que la región crezca, los avances se antojan insuficientes para reducir los déficits sociales y económicos que aún arrastra la región.

El Producto Interno Bruto (PIB) mundial aumentará a un 3,5% y América latina, crecerá 1,1%, según datos del FMI. El último crecimiento por encima del 5% data de antes del 2011, una cifra considerada como la más adecuada para un área en desarrollo. En un mundo que a duras penas parece haberse recuperado de la crisis del 2008, actualmente existen países en Asia y África que según estimaciones del Banco Mundial (BM), su PIB se expandirá en el 2017 a tasas de entre 6,9% y 8,3%.

América Latina acumula desde el 2012 años de lento crecimiento (2012, 2013, 2014 y 2017) además de un par de años en los que se registraron caídas del PIB (2015 y 2016). El problema es que la región está en riesgo de quedar atrapada en una inercia de parálisis económica que conduzca a un mayor malestar social el cual ponga en peligro la estabilidad y gobernabilidad.

Para hacer frente a esta coyuntura mundial y regional, América Latina necesita empezar a diseñar, aprobar y aplicar reformas estructurales que permitan revitalizar el modelo de desarrollo para alcanzar una mayor expansión económica. Se trata de aplicar una agenda de cambios que den resultados, evitando así la ralentización económica que enfrenta la región.

La ralentización que se vive en América Latina, perceptible por la población y medible en las métricas macroeconómicas, ha provocado retrocesos en cuanto a disminución de la pobreza, un problema que regresa a la región como una omisión estructural en el panorama latinoamericano.

Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), entre el 2005 y el 2012 la pobreza multidimensional se redujo, del 39% al 28% de la población. Para el 2015 esa reducción se estancó y para el 2016 aumentó pasando de 168 millones de personas afectadas a 175 millones.

Actualmente, América Latina ha dejado atrás la época en la que subsistieron déficits y carencias económicas de carácter estructural y persistente. Para salir de la situación actual, se deben combatir directamente el conjunto de debilidades que lastran el progreso de la región. Se trata de invertir en capital físico (infraestructuras y logística) y humano (educación) para conseguir ser más productivos y competitivos.

Los retrasos en educación e infraestructuras provocan que América Latina siga arrastrando problemas, pese a los años de bonanza, en cuanto a sus niveles de productividad y que económicamente sea una región también poco competitiva.

La falta de competitividad y productividad se dan la mano con otra carencia relacionada con la innovación: se trata de una región que se muestra poco acogedora, y, sobre todo, facilitadora, para las iniciativas nacidas desde el mundo de los emprendedores. Aunado a estos problemas, sigue proliferando el empleo informal que poco ayuda a los gobiernos y a la recaudación fiscal.

Las economías en la región tampoco han escapado de la dependencia que tienen a las exportaciones de materias primas sin valor añadido y los destinos de sus exportaciones siguen estando poco diversificados. Sus socios comerciales continúan siendo China, en el caso de los países suramericanos, y Estados Unidos para países como México y otros en Centroamérica y el Caribe.

En los próximos dos años muchos de los países celebrarán comicios, lo que presenta oportunidades para los aspirantes a puestos públicos de generar agendas enfocadas en planes reformistas. Pero sin un fuerte liderazgo capaz de construir consensos a largo plazo dentro de los sistemas políticos de cada país, la agenda regional de reformas estructurales no podrá salir adelante o lo hará solo parcialmente y de forma insuficiente.

Actualmente la necesidad de la agenda política se ve opacada porque no se cuenta con el suficiente y necesario sustento político en la mayoría de los países, debido a que las fuerzas políticas en toda la región han perdido credibilidad por acciones cuestionables por parte de los Jefes del Estado.