Cinco datos clave sobre la transformación del empleo en Paraguay

Publicado en fecha 17-07-2017
En la última década, el país ha aumentado la calidad y la productividad, pero aún afronta desafíos como más y mejor participación de la mujer en el mercado laboral y una reducción en la informalidad.

La creación de empleo, tanto en cantidad, pero sobre todo de calidad, es una de las metas más ambiciosas de los gobiernos latinoamericanos. El crecimiento de la clase media en la región, aunado a una de las mejores épocas de bono demográfico en su historia reciente, están cambiando el escenario laboral, incrementando la demanda por puestos de trabajo más estables y mejor pagados.

Paraguay no se ha visto excluido de esta tendencia. La expansión económica de las últimas dos décadas, más cambios en la producción agrícola, que se ha trasladado hacia los servicios, y una mayor población joven en edad de trabajar son algunos de los factores que han provocado una de las transformaciones más dinámicas del mercado laboral en América Latina.

El estudio “La transformación dinámica del empleo en Paraguay” revela alguno de los hechos más destacados del panorama laboral del país. Aquí presentamos cinco de los más importantes:

·         Se duplicó la creación de empleos formales con respecto a los informales. “Entre 2008 y 2015, se añadieron 372.000 puestos de trabajo formales, en comparación con 179.000 informales (en términos netos), y la tasa de informalidad se redujo del 79% al 71% en menos de siete años”, destaca el informe.

·         Se proyecta que entre 2015 y 2030 la población económicamente activa aumentará en 990.000 trabajadores y se necesitarán 66.000 nuevos puestos de trabajo cada año, lo cual es posible si se mantiene la tasa de crecimiento anual en un 3,7 por ciento.

·         La economía paraguaya ya no solo se basa en la agricultura, como en el pasado. El sector servicios está creciendo cada vez más y eso se traduce en la oferta laboral: la mayor parte del crecimiento del empleo se concentró en el comercio, representando el 40% de los nuevos empleos netos, seguido de los servicios públicos con el 20%.

·         Así como crecieron los empleos, aumentó la productividad, con un promedio del 2,3% al año, liderado por el sector agrícola en la primera parte de la última década, a lo que se han sumado ahora otros sectores que han cobrado impulso como servicios de transporte, comunicaciones, finanzas y bienes raíces

·         Este crecimiento en el empleo formal, junto con un incremento en los ingresos, ayudó a reducir la pobreza extrema del 21% en 2003 a menos del 10% en 2015. 

Estos avances, sin embargo, se ven opacados por algunos aspectos como el acceso desigual a mejores trabajos, especialmente para los jóvenes, las mujeres y la población rural. “Las mujeres tienen tasas de participación en la fuerza laboral que son más bajas, y las que están en la fuerza laboral ganan significativamente menos que los hombres, incluso cuando se controlan las características individuales, tales como la educación y el sector de trabajo. El análisis de regresión indica una diferencia de ingresos entre hombres y mujeres que va desde el 18% al 42%”.

Otro punto en contra es la desigualdad geográfica. Si bien el empleo rural creció en forma sostenida en las últimas dos décadas, el urbano ha aumentado tres veces más, y de estos solo cuatro quintas partes fueron formales. Esto ha alimentado una rápida urbanización, que no puede responder con la misma rapidez con ofertas de buenos puestos de trabajo.

A esto se suma el nivel educativo, crítico a la hora de encontrar trabajos de mejor calidad. Tener un título de educación terciaria aumenta drásticamente el acceso a empleos formales. “Los trabajadores que son graduados terciarios ganan casi el doble que un trabajador que carece de educación primaria y casi un tercio más de los que tienen un título terciario incompleto”.