¡CLAN! Lo que pasa cuando los emprendedores se juntan

Publicado en fecha 09-03-2017


Por Celia Mendoza
cecamen@gmail.com
Tener una idea y ponerla en práctica no siempre es tarea sencilla. Pero cuando a un emprendedor se le mete una idea en la cabeza, no hay quién pueda sacársela. Giovanni Patrón es un claro ejemplo de ello. Él y Thalia Mora, su pareja, compañera y socia comercial, lograron concretar el negocio de coworking que este siempre soñó.

La inversión: G. 60.000.000. El desafío: Horas y horas planteando y replanteando el negocio para que no caiga en el intento. La ganancia: Un grado de satisfacción que solo se puede apreciar mirando el rostro de Thalia, iluminado de tanta felicidad y con una sonrisa que fácilmente se expande de oreja a oreja cuando habla de rentabilidad. 

“¡Si me hubiera decidido antes…!”, exclama, pero no completa la frase porque reconoce que haber trabajado tantos años en empresas del rubro publicitario le ayudaron a formarse y a consolidarse profesionalmente.

Patrón es más introvertido, deja que Thalia se exprese libremente, pero cuando habla transmite pasión por el negocio que consiguieron apuntalar… Todo comenzó hace muchos años cuando Giovanni recién se iniciaba en el rubro del marketing online y andaba en la búsqueda de una oficina de bajo costo para alquilar.

Flechazo a primera vista
Casi por casualidad, se encontró con un anuncio que le llamó la atención, porque en él ofrecían un espacio llamado coworking. Cuando Patrón dio con el responsable del lugar, después de muchos intentos, quedó flechado con ese concepto y desde entonces, la idea le quedó flotando en la cabeza… Thalia Mora estudió periodismo, “pero lo mío es la publicidad”, asegura. Por eso le costó mucho más abandonar “la zona de confort”, se sentía a gusto con el trabajo que hacía y además percibía un buen salario.

Giovanni insistió; ella se lanzó y juntos crearon El Clan Work Club, un espacio de coworking, que está situado en pleno microcentro, sobre la calle Azara 197 casi Yegros, en el segundo piso del edificio Bittar, el mismo donde el emprendedor descubrió y se enamoró del concepto. “Es que el coworking te permite contar con un espacio de trabajo, en el que se comparte con otros emprendedores toda la infraestructura, oficina, internet, teléfono, salas de reuniones, te olvidás de que tenés que pagar la luz, el agua, sacar la basura”, dice el joven.

Y se entusiasma: Podés recibir a los clientes; es el lugar ideal para separar la vida laboral y personal, pero lo mejor de todo es que los costos se reducen notablemente, justamente porque todo se divide entre los usuarios; los gastos ya están contemplados en la membresía que cada miembro paga para formar parte del “club”; no hay contratos de alquiler, ni límites de tiempo de por medio, sino que estás el tiempo que necesitás estar; y como valor agregado a los emprendedores les sirve para incrementar su red de contactos.

En la actualidad, por ejemplo, forman parte del Clan Work Club una agencia de Tigo, la agencia Kumandá, la organización Más Fútbol, además de coworkers independientes.

Luchá por tus sueños
A Thalia le impulsó la idea de que “si no luchás por tus sueños, otro más te va a pedir que trabajes por los suyos”. Bajo esa premisa, en mayo celebran el primer año de su emprendimiento. El Clan dispone de un plan estándar, que permite usar el lugar de lunes a viernes, de 8.00 a 20.00, abonando por la membresía G. 500.000; un plan part time, de tres veces por semana, de 8.00 a 18.00, por G. 300.000, y la sala de reunión por G. 30.000.
“Fue un año genial, aunque tuvo sus bajones”, cuenta Thalia, sacando pecho y levantando la mirada. Como todo emprendimiento, al principio El Clan tuvo sus tropiezos, pero apoyados el uno en la otra, y viceversa, pudieron revertir los problemas y adaptarse a las necesidades del mercado. Se ríen cuando comentan que proyectaron una cosa y en la práctica tuvieron que hacer varios ajustes y replantear la idea inicial.

Reponerse y seguir
En una situación crítica y con todos los sentidos en alerta, los jóvenes buscaron apoyo en la experiencia de otros emprendedores de su rubro. Así crearon una red de aliados en asociación con cinco coworkings internacionales, que les animaron a impulsar el negocio con figuras prácticas y sencilllas, como brindar capacitación y ofrecer el espacio en los horarios que por lo general no son utilizados por los coworkers.

Los cursos tuvieron una gran aceptación y sirvieron para inyectar dinamismo al negocio, a la vez de abrir el espacio a una diversidad de personas. Los cursos se realizan durante todo el año y son de diseño, publicidad en internet, fotografía, edición de videos, marketing online, Relaciones Públicas y muchos otros temas más. Estos cursos son dictados por profesionales locales e internacionales que forman parte justamente de esos coworkings a los que están asociados, y todos tienen un costo de G. 200.000, “para que nadie tenga excusas para capacitarse”, asevera Mora.

Esta asociación con empresas internacionales les permite tanto a Giovanni como Thalia estar permanentemente actualizados en sus diferentes disciplinas, a la vez de estar a la vanguardia en el concepto de coworking, brindando oportunidades reales de crecimiento a otros emprendedores que se están iniciando en el trayecto hacia la empresa propia y que requieren de un espacio de trabajo con todos los servicios puestos, a bajo costo, o que sencillamente están necesitando incrementar su red de contactos.

En la actualidad, El Clan Work Club no solo está encaminado hacia el éxito sino que además posiciona a sus propietarios como referentes en el sector, por lo que la idea de expandir el negocio a través del sistema de franquicias está comenzando a gestarse… ¡Eso pasa cuando los emprendedores se juntan!